domingo, 24 de febrero de 2008

Teoría de la Tirita


El otro día, con mi habitual torpeza, me pegué un tajo en el dedo, menos mal que esa suerte que nunca me acompaña, estuvo presente por un momento he hizo que el tajo fuera en la uña… si si, pura suerte! No llegó a la carne, pero me arrebató un trocito de uña, por lo que decidí ponerme una tirita, no solo porque me doliera un poco o porque me diera grima verme ese trozo de hueco vacío, sino también para que no se me olvide que tengo esa herida, me dé algún golpe o teclee con demasiada fuerza en el ordenador!

Así que me dio por pensar… que como sabéis todos los que me conocéis, casi no me gusta darle vueltas, vueltas y más vueltas a las cosas…

Si cuando me corto, me pongo una tirita para recordar que esa herida está ahí… porque no hacerlo también con las heridas del alma y el corazón? Creo que tiendo a olvidar y perdonar demasiado rápidamente, y por eso me pasa lo que me pasa…

En ocasiones y con determinadas personas eso es bueno, pero no siempre es adecuado…

Las tiritas ayudan a que cicatrice la herida, ya que evitan que se llene de suciedad y entren gérmenes que te puedan infectar y perjudicar.

Es bueno retirar y cambiar de vez en cuando la tirita para ver si ha cicatrizado esa herida, incluso en el momento preciso, quitarla para que se termine de secar al aire.

He decidido poner tiritas en todas esas heridas que no han cicatrizado bien, para que no vuelvan a sangrar y para recordar, que bajo esa tirita que ahora es una simple herida, ha habido dolor.

A partir de ahora podéis llamarme… la Mujer Tirita :)

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